octubre 17, 2021

Archivos históricos mexicanos. Resguardo de la memoria

 

Los archivos históricos son instituciones públicas y privadas que resguardan el patrimonio documental gubernamental, organizacional o personal de una localidad, un municipio, un estado o una nación u organismo individual o colectivo. Los archivos son un legado del pasado y del presente, contienen la historia de la sociedad y son parte de la identidad histórica en sus distintas ramas y quehaceres. Los recintos documentales preservan la memoria colectiva de los pueblos, su conservación es de fundamental importancia para el conocimiento histórico.

El sistema de información cultural del gobierno mexicano anota que en el país hay 1, 272 archivos históricos en la república. Jalisco, Puebla y el Estado de México tienen más de cien archivos cada uno. Con más de 50 archivos se encuentran estados como Hidalgo, Michoacán, Guanajuato, Oaxaca, Zacatecas y Veracruz, considerando la cantidad de municipios con los que cuentan. Los estados con menos de diez archivos son Campeche, Baja California, Tlaxcala, Baja California Sur, Guerrero, Nayarit.

Los archivos históricos en México tuvieron su origen en el siglo XVI, ya por entonces existían las llamadas casas de códices (amoxcallis), que resguardaban códices que eran dibujados por los tlacuilos en el periodo prehispánico. Los mexicas educaban a los dibujantes para que plasmaran acontecimientos y personajes, o, incluso, reclamos. Las situaciones dibujadas en los códices fueron de principal importancia para el conocimiento. Los españoles utilizaron a los tlacuilos, que fueron transformándose en escribanos y hasta notarios enfocados a los testamentos, contratos, reclamos y establecimiento de propiedades agrícolas o urbanas. Fue hasta finales del siglo XVIII cuando se proyectó el Archivo General de la Nueva España, que no se consumó sino hasta 1823, luego de la consumación de la independencia. La elaboración de un marco jurídico y administrativo fue sustancial para la existencia del Archivo de la Nación, igual sucedió en varios estados de la república durante el siglo XIX. Los reglamentos que rigieron a estos recintos documentales se dieron en 1846 y 1920, que establecieron su utilidad y su resguardo como prioridades gubernamentales, ya desglosando lo histórico de lo administrativo. La legislación archivística fue consustancial a la labor de los recintos que resguardaban la documentación producida o agregada. Esto también implicó que los archivos tuvieran una posición dentro del sustento de información histórica, judicial, territorial, administrativa, política y de comunicación o transparencia gubernamentales en distintos niveles.

El Archivo General de la Nación fue parte de los ministerios de Relaciones Exteriores o de Gobernación. El Archivo estuvo en diversas sedes, en Palacio Nacional, en el Convento de Santo Domingo y en 1918 se colocó una gran parte en el Antiguo Templo de Guadalupe, en Tacubaya, edificio que se conoció como la Casa Amarilla. La necesidad de un espacio amplio para los documentos de México ocasionó que se hicieran varios proyectos de sedes, hasta que en 1973 se conjuntó en el Palacio de las Comunicaciones en la calle de Tacuba, para luego establecerse en el Palacio de Lecumberri años más tarde, donde permanece hasta la fecha.

La historia del Archivo General de la Nación es una historia interesante por sus sedes y su valía de documentación pública y privada que contiene. Pero además, porque desde allí se establecieron las reglas y técnicas para el funcionamiento de un sistema nacional de archivos históricos y administrativos, gracias a la participación de profesionales en archivística y bibliotecología, formados en la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (ENBA), que se creó en 1945 y que ha sido parte fundamental del funcionamiento del Archivo Nacional, como en los municipales y estatales y otros recintos más. Los procesos de ordenación, catalogación, supervisión, conservación y restauración de documentos no serían adecuados sin la formación y especialización de cuadros que han profesionalizado la existencia de los archivos en México.

Los archivos de los municipios y estados de la república fueron un desastre hasta finales del siglo XX. Muchos de ellos fueron saqueados, quemados, abandonados o se perdieron por tenerlos en instalaciones inadecuadas y expuestos a bacterias y bichos de todo tipo. De hecho, para los historiadores ha sido difícil reconstruir la historia prehispánica, colonial, moderna y contemporánea de comunidades, localidades, municipios, estados, porque los archivos administrativos o históricos se fueron perdiendo paulatinamente, lo que, agregado al descuido, minó su permanencia en el tiempo. Gran cantidad de archivos municipales o estatales o aún nacionales han sido objeto de robos de documentación importante por parte de los usuarios o redes de corrupción que han sustraído documentos históricos de gran importancia. La vigilancia de los archivos es otra materia de su debilidad en localidades apartadas. Recientemente se ha descubierto que se han sustraído documentos del Archivo General de la Nación, que se han querido ofrecer en subastas en el extranjero. Se ha conocido también que, incluso historiadores extranjeros o nativos, han sustraído documentación para uso personal, que, por desgracia, en muchos casos, ha ocasionado la pérdida de importantes piezas documentales sobre determinados periodos de la historia nacional, estatal, municipal o local, o, también, sobre determinados personajes.

Desde el decenio de los ochentas, el Archivo General de la Nación se dio a la tarea de ordenar, clasificar, evaluar y conservar, mediante diversos instrumentos, a los archivos municipales y estatales del país. Labor titánica que implicó el rescate y resguardo adecuados para la documentación. El Archivo de la Nación, además, incorporó buena cantidad de archivos fotográficos, fílmicos, hemerotecas, mapotecas, de carácter privado o de organizaciones sociales y culturales. Algunas colecciones particulares se han donado o adquirido. A esto se sumó el resguardo de los archivos relacionados con el periodo contemporáneo de México, en especial vinculados con el control político, el espionaje y la vigilancia de los órganos gubernamentales del periodo del autoritarismo mexicano del siglo XX. La memoria histórica colectiva de México se encuentra a buen resguardo, a pesar de las problemáticas relacionadas con el hurto o robo de documentos históricos.

Los archivos históricos son fundamentales para el historiador, pero también para la educación y la cultura. La memoria del tiempo se contiene en los archivos a través de la documentación que el pasado fue creando y que documenta la sociedad, la economía, la política, la cultura, el territorio, el medio ambiente, la vida cotidiana y todo lo relacionado con la actividad humana en el tiempo. La cultura archivística es muy extendida en México, es parte del resguardo de la memoria, pero también de la rendición de cuentas y la transparencia gubernamental en el mundo contemporáneo. La generación de documentos a lo largo de la historia proviene de la acción de los gobiernos de todos los niveles, pero también de aquella que proviene de la interacción social. En el mundo actual se habla también de la existencia de los archivos digitales, un agregado de los archivos documentales, como parte de esa interacción. Esto a nivel mundial, porque la web ha enriquecido la memoria digital para el futuro, prácticamente, desde la década de los ochentas del siglo XX.

 

 

 

 

 

 

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