diciembre 26, 2021

La historiografía digital en México

 

Desde hace 25 años que México ingresó de lleno al mundo electrónico y digital de la información. Primero fue el e-mail y las listas de noticias académicas o bases de datos de bibliotecas o archivos o libros; luego la digitalización de fuentes de primera mano o las bibliografías sobre determinados temas o enmarques geográficos o bio-bibliográficos, así como la hemerografía o la cronología y las efemérides; después vinieron las páginas web y los blogs individualizados, institucionales o temáticos o grupales sobre determinadas temáticas; y, en los últimos años, el auge de transmisiones en vivo, interacción global, las redes sociales y la discusión al momento sobre determinados temas. En el caso de la historiografía, la tecnología electrónica y digital ha brindado grandes beneficios en la difusión del pasado. Ha sido muy destacado para los historiadores brindar conocimientos sobre sus investigaciones y difundir a gran escala sus hallazgos o interpretaciones, mucho más en el marco de la enseñanza de la historia y la divulgación a gran escala.

La Internet ha sido un fenómeno global, democrático, popular. Un fenómeno colectivo con accesibilidad universal, donde la crítica, la polémica y la información son parte indiscutible de un mundo libre. La tecnología de la información ha marcado una transformación muy grande en el manejo de la información colectiva, influyendo en la economía, la sociedad, la política, la cultura. Las ciencias sociales y las humanidades se han visto beneficiadas con profundidad. La educación y la cultura han tenido un marco de difusión como nunca antes. La modernidad tecnológica ha implicado un manejo de la información infinita que en un clic permite saber y conocer infinidad de temas y datos o informaciones requeridas para el conocimiento individual y colectivo.

La historiografía mexicana se ha beneficiado grandemente de la tecnología de la información. La difusión a gran escala de documentos, archivos, bibliotecas, museos, imágenes, iconografías, contenidos, patrimonios inmuebles, libros, prensa, revistas, videos, radio, páginas personales y grupales, organizaciones y asociaciones colectivas, genealogías, cronologías, instituciones, reuniones académicas, conferencias, ponencias, enseñanza de la historia, música, artes, literatura, biografía, geografía histórica, mapas, cuadros, gráficas, y un largo etcétera, se han podido mostrar en la web con accesibilidad global. Hasta las fake news o los datos e informaciones falsas de la historia se han colado en la web. Ya no hace falta asistir a los archivos o las bibliotecas, o leer físicamente un documento o un libro o un artículo, o asistir a reuniones académicas en otro punto geográfico o entrevistar personalmente a algún personaje o figura pública, las hemerotecas están a la vista desde casa u oficina. Desde la computadora o desde el teléfono celular, la información está presente y fluye colectivamente. Todas las ramas de la historia se encuentran presentes en la información, prácticamente, de todos los periodos de la historia.

La pluralidad y heterogeneidad de la información es abundante como la historia misma, los autores o los improvisados o autodidactas o los divulgadores. Las distintas y variadas versiones sobre determinados acontecimientos o personajes también es parte del mundo de la información que se publica en la web. Las opiniones o polémicas de los usuarios ha sido un fenómeno muy interesante en la interacción y el intercambio, cuestionando interpretaciones o dichos de los historiadores y sus obras que dan a conocer. La opinión y la crítica sobre el trabajo del historiador nunca antes se había realizado con la intensidad que brinda la web. Hasta los plagios se han dirimido en las redes sociales y páginas web de distinto origen. Las obras publicadas han merecido el escrutinio colectivo de especialistas o autodidactas o simplemente interesados en la historiografía. No hay institución o editorial o museo o biblioteca que no esté en este mundo de la información digital. De hecho, no hay investigador o docente o autodidacta que no difunda de una manera u otra sus obras en la web. Los gobiernos igualmente se han conectado para difundir sus acciones o apreciaciones históricas, siempre con la legitimación por delante.

Desde los noventas la realización de bases de datos de fuentes primarias o bibliográficas en discos, producidos en buena parte por la Universidad de Colima o la UNAM y la UAM, representaron una buena aportación a la investigación histórica. Mucho más fue la creación de H-México, desde el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, que empezó a difundir el trabajo historiográfico con la información de libros y revistas, reuniones académicas, conferencias, bolsa de trabajo, bibliografías, museos, archivos y actividades del historiador en México y en otros países de Europa, América Latina, Estados Unidos y Canadá. Esta lista, hecha por historiadores, fue muy importante en la difusión del trabajo del historiador mexicano desde entonces.

Las páginas web de historiadores fue el siguiente paso en la divulgación, seguido de instituciones que mostraron sus líneas de investigación, alcances y producción de sus quehaceres. Las listas académicas se incrementaron con abundante información historiográfica. Se sumaron las páginas web de los archivos y bibliotecas más importantes en México, las bibliotecas de El Colegio de México, la Biblioteca Nacional de la UNAM, el Archivo General de la Nación, la Biblioteca Central de la UNAM, la Biblioteca Nacional del INAH, la Biblioteca Pública de Guadalajara, el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, por mencionar sólo algunas, pusieron sus catálogos en línea y favorecieron que las referencias tuvieran acceso al público estudioso de la historia.  Ejemplo fueron sin duda, los National Archives o la National Library of Congress de Washington, que fueron los pioneros mundiales de colocar el acceso a sus acervos en la web.

La digitalización de archivos privados y públicos o de bibliotecas fue la tónica a inicios del siglo XXI. Esto favoreció que se colocaran en la web documentos, hemerografías y bibliotecas completas digitalizadas. A su vez, lo anterior causó un gran impacto en la realización de estudios historiográficos, ya que los investigadores podían tener acceso sin desplazamientos físicos, consultar en línea o imprimir desde oficina o casa fue una novedad indiscutible para la consulta o el análisis de la información, aunque muchos archivos documentales han sido imposibles de digitalizar en su totalidad y hay que consultarlos directamente. La digitalización de la fotografía ha sido una labor importante, como ejemplo la Fototeca Nacional del INAH en Pachuca, Hidalgo. La consulta de la prensa, siempre labor dificultosa por el tiempo y el desplazamiento, fue una maravilla, sirvió de ejemplo una página canadiense (paper&record) que mostraba la digitalización de la prensa mundial, incluido México. Las fuentes de consulta del historiador en la web fue de gran ayuda para la investigación y sus resultados. Los tópicos y los temas se ampliaron como un abanico infinito.

Después vinieron las páginas de historiadores, instituciones, organizaciones, obras y periodos históricos en las redes sociales, principalmente, en Facebook, que profundizaron más la divulgación de los estudios, análisis o investigadores y épocas. En la segunda década del siglo, el auge de las redes sociales con acceso desde los teléfonos celulares o Smartphones incrementó el nivel de la información multimedia en contenidos históricos, desde documentos y obras publicadas, hasta fotografías, videos, iconografías, programas de televisión y radio y difusión de reuniones académicas y conferencias. Ahora con la pandemia del covid la web es indispensable para realizar reuniones colectivas y difundir el conocimiento a gran escala, incluyendo la evaluación de los historiadores y sus obras, una gran interacción que no necesita desplazamientos o riesgos de reuniones colectivas. Ahora, un buen porcentaje de obras publicadas se tiene que difundir en la web, ya que no hay recursos para la impresión y posterior distribución, ahora la comercialización es digital o mediante pedidos mediante la web. Han pululado también las páginas con revistas digitales o difusión de distintos aspectos de la historiografía. La recuperación de obras y fuentes documentales ha sido frecuente y abundante.

Los medios digitales han revolucionado a la historiografía mexicana desde inicios del siglo XXI. Sería imposible realizar un recuento exhaustivo de aportaciones o dislates o errores o plagios o polémicas. Las corrientes historiográficas, sin embargo, se encuentran bien representadas en la web, hay de todo y para todo. Todos los historiadores nos volvimos divulgadores con la utilización de la web. Académicos y divulgadores conviven en la difusión de la historia, incluyendo a historiadores oficiales, autodidactas o positivistas. Todas las instituciones han incorporado la difusión de su historia en las páginas web, igual que algunas empresas y organizaciones privadas, lo que ha permitido que haya trabajo para los historiadores o los divulgadores. El panorama es abundante y fragmentario en el conocimiento. Por ejemplo, la historia local o regional no sería conocida sin el instrumento de la difusión digital, aunque la fragmentación se ha incrementado también. En la enseñanza de la historia, sin embargo, se ha producido amplio conocimiento divertido, pero se ha incurrido en aspectos como el plagio de textos o propuestas fotográficas para tareas escolares. Hay hasta programas para detectar estos plagios, en uso por los profesores o incluso especialistas.

El mundo digital también sirve para la operación de una “Memoria” oficial, que busca conjuntar todo lo que tenga que ver con la historia de México en documentación, códices, bibliografía, iconografía, fotografía, video, museos, pintura, artes, etc., realizado digitalmente en las últimas décadas por instancias oficiales y privadas. Esta “Memoria” busca legitimar la acción gubernamental en materia histórica, utilizado lo andado para justificar la postura del gobierno actual en torno a las conmemoraciones centenarias de 2021. Todas las instituciones oficiales serán utilizadas en este proyecto recopilador, no aportador de nada nuevo. Creen descubrir el hilo negro donde no existe, gastando presupuestos innecesarios manteniendo a una colección de burócratas que no historiadores. Muchos dislates y errores se están cometiendo con ese proceder, sobre todo en contenidos y hasta en ortografía.

El peligro del auge digital en la historiografía ha sido, sin embargo, el asunto de la verdad o de la objetividad. Un gran porcentaje de textos o decires han tergiversado la verdad histórica sobre determinados acontecimientos o personajes. Gran cantidad de textos publicados en la Wikipedia, por ejemplo, que escriben profesionales o autodidactas o improvisados, carece de certeza u objetividad, aunque buena parte sí se concentra en describir históricamente ciertos acontecimientos o personajes u obras. La idea de la enciclopedia digital es muy buena, pero tiene sus peligros al hacerla colectivamente y con cierta libertad. Hay otros proyectos que circulan sobre contenidos históricos, algunos buenos otros malos, hay que tomar reservas al utilizarlos para la materia del historiador en varios acontecimientos y procesos o personajes.

Una aportación del mundo digital es la difusión de documentales y testimonios videograbados o provenientes de la televisión o el cine, ya ni se diga de carácter sonoro o fotográfico. La historia contemporánea o inmediata se ha visto beneficiada grandemente en su difusión, tanto para la historia social, como la historia cultural, ya ni se diga para la historia política o económica. Esa producción sirve de fuente directa para los historiadores. Si la fotografía aportaba, el cine, la televisión y el video, han permitido grandes conocimientos sobre el siglo XX y de historia inmediata del XXI. La videohistoria se ha cultivado grandemente en el medio digital. En México, ya es una corriente interesante en la elaboración de documentales y en aparición en redes o apps como Youtube, Twitter y Facebook. Pruebas fehacientes de ciertos acontecimientos que se video grabaron en su oportunidad con sus protagonistas y testigos.

La historiografía digital en México ha crecido cotidianamente durante las dos últimas décadas. La pluralidad y heterogeneidad del conocimiento histórico se ha incrementado infinitamente. La crisis historiográfica entre academia y divulgación se encuentra rebasada por la instancia digital, ya que amplia difusión involucra a todo mundo, más allá de los historiadores profesionales. Lo digital tiene la palestra de la confrontación permanente de interpretaciones o descripciones, la escalada de versiones sobre un acontecimiento o un personaje deviene en el debate constante a la vista de diversos interlocutores. La corrección de datos o la confrontación de ideas es frecuente en la estructura digital, mucho más en las redes de interacción inmediata. Prácticamente todo se consulta en la web, todo se constata y se polemiza. El historiador que se encuentra fuera de esto, pues se encuentra atrasado en su presente y circunstancia profesional. Los cuestionamientos son globales y pertinentes, por eso el medio digital es democrático, sin censura, libre y loable para abrir el sustento de la información al común de las personas. La historiografía, ahora, tiene un interlocutor perfecto para su evolución futura.

 

 

 

 

 

 

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