La historiografía sobre el tema de los empresarios o las empresas ha gozado de gran importancia en los últimos cincuenta años. Desde la historia social o económica, esta historiografía ha tenido un muy buen ritmo y ha roto paradigmas importantes. Los actores socioeconómicos han tenido una importancia inusitada desde el periodo colonial, sobre todo, en los espacios regionales. Los ricachones han incidido históricamente en las estructuras históricas. Comerciantes, hacendados, agiotistas, banqueros, industriales, fabricantes, han dejado huella en el devenir histórico de México, conformando parte de las élites y las oligarquías, que han dominado el escenario de la evolución económica, pero también social y política, hasta cultural.[1] Su actuación ha cubierto la dinámica local y regional, pero también la perspectiva nacional desde el periodo colonial hasta el periodo contemporáneo.
La historia empresarial mexicana ha cubierto toda una gama de enfoques teórico-metodológicos muy interesantes, que se han aplicado desde el punto de vista de la economía o de la historia social, sobre todo provenientes de Estados Unidos. Los puntos de vista se han centrado en el marxismo, los fenómenos de causa y efecto en los procesos de industrialización, la dependencia económica, la revolución industrial, la historia agraria, la modernización, la inclusión del capitalismo, la empresa moderna, el aspecto gerencial, la economía mundo, las finanzas o la institucionalización empresarial. Cada paradigma permitió avanzar en la historiografía sobre el tema desde el decenio de los setenta, aunque durante la última década del siglo XX estos estudios dieron un avance considerable para entender la dinámica empresarial mexicana, tanto en los siglos novohispanos, como en la centuria decimonónica y el siglo XX. El comportamiento empresarial dio forma a la actuación de ciertos grupos sociales originarios que, mezclados luego con grupos extranjeros, favorecieron la redistribución y expansión de las actividades económicas.
La historiografía empresarial ha sido muy abundante y continúa avanzando a grandes pasos. Los enfoques teórico-metodológicos y las fuentes de primera mano han favorecido un gran auge, sobre todo en los aspectos relativos a la historia local y regional, agraria, financiera, urbana, comunicaciones y transportes, familiar, biográfica, institucional, que es donde la actuación de las empresas y empresarios dieron sentido a su actuar histórico. Hay dos corrientes en este tipo de estudios, la llamada escuela shumpeteriana sobre los empresarios y su actuar,[2] y la enfocada a la Business History, que privilegia el tema organizativo de las empresas. En ambas corrientes hay una interacción y vinculación constante con los contextos sociales y económicos y, en algunos casos, con los políticos y hasta culturales. El estudio microeconómico es una característica de este tipo de historiografía, aunque en algunos casos se ha privilegiado el enfoque biográfico y social como factor histórico del actuar empresarial. El enfoque de Alfred Chandler ha sido particularmente influyente, por medio del estudio de las redes y las gestiones empresariales que sirvieron para expandir y redistribuir el capital en la historia reciente nacional o de enfoque regionalista.[3] Particularmente influyente fue también la perspectiva teórica de Douglas C. North, acerca del cambio institucional y la empresa. Su enfoque ha sido aplicado para el caso de realidades mexicanas por varios autores que han estudiado al empresariado en periodos como la revolución y la posrevolución.[4]
A mediados de los setenta se publicaron trabajos relacionados con la historia de la burguesía en México, que abarcaron un buen abanico de opciones sobre el comportamiento empresarial que se expresó durante el siglo XIX recayendo en el periodo porfiriano. Fue novedoso y original el estudio de los ricachones que, por primera vez, se abordaban desde el punto de vista de actores o sujetos sociales cuyo actuar marcaba la evolución económica en los espacios o actividades donde actuaban. Varios trabajos se publicaron después por parte de historiadores estadounidenses e ingleses sobre las dinámicas del empresariado mexicano, compuesto también por emprendedores extranjeros que migraron a México en ese periodo, principalmente estadounidenses, ingleses, alemanes, franceses, españoles y de otras nacionalidades, que fueron actores principales de la expansión capitalista mexicana.
El decenio de los noventa del anterior siglo fue muy rico en la producción historiográfica del tema empresarial, tanto de personajes como de organizaciones. El auge de este tipo de estudios fue encabezado por grandes historiadores, que vincularon el intercambio académico con enfoques de Europa y Estados Unidos, donde se resaltó el paradigma de la importancia del estudio de empresas y empresarios en su interrelación y vinculación con una perspectiva micro, pero igualmente como parte del contexto histórico que fomentaron o estimularon. Las empresas y los empresarios emergieron como parte de un universo económico, pero también político e institucional. Grupos de familias, nativas, inmigrantes, formaron parte de los procesos de acumulación, reproducción y diversificación del capitalismo en el siglo XIX. Infinidad de trabajos de investigación se publicaron bajo esta perspectiva, dando cuenta de la historia de los mercados regionales, las ciudades y pueblos, o los espacios agrarios y, mucho más, en el ámbito del comercio y las comunicaciones y transportes. Sobre todo para el periodo porfiriano, el enfoque de análisis de la historia económica favoreció una gran producción de estudios.
Las fuentes primarias relacionadas con los archivos de las empresas y los negocios, o los archivos personales o familiares de los empresarios, pero también los archivos públicos, favorecieron el estudio de este tema, que se extendió al objeto de estudio del siglo XX. Las esferas locales y regionales fueron un marco importantísimo para la expansión de este tipo de historiografía.
Dos historiadores económicos han sido los punteros en la historiografía de empresas y empresarios en México. Carlos Marichal y Mario Cerutti han aportado importantes enfoques y trabajos de investigación sobre el tema, coordinando incluso aportaciones específicas de estudios del tema, sobre todo con la mediación de los estudios de historia regional. Ambos fueron impulsores de la conformación de revistas académicas o asociaciones de historiadores económicos, que impulsaron los estudios empresariales con gran abundancia desde finales de los noventa.
En 1976 y 1978 se perfiló el tema historiográfico con estudios sobre la burguesía, mientras que en el decenio de los ochenta la producción se enfocó a tomar al empresario como un sujeto social o más bien actor histórico desde el enfoque teórico de cierta historiografía estadounidense sobre México. Vino después un auge sin precedentes de los estudios que, hasta la fecha, continúa brindando aportaciones interesantes que resaltan a las empresas y empresarios como parte de la evolución histórica mexicana y su incidencia indiscutible en la historia regional y económica. María Eugenia Romero Ibarra es clara en su análisis de la historiografía empresarial en México, desde el punto de vista de lo que sucedió desde el decenio de los noventa:
La historia empresarial actual intenta situar sus objetos de estudio en el contexto de la historia económica de México, se mueve de preferencia en el largo plazo v privilegia el enfoque regional. Se ha diversificado la temática, se han producido estudios y compilaciones de trabajos sobre diversos tipos de empresas. Estudios sobre empresas bancarias y sistema financiero, empresas por ramas de producción, privadas, pero también públicas, grandes y medianas, grupos y tejidos empresariales, por regiones o espacios económicos. Finalmente, han realizado un importante esfuerzo por estimular, reunir, sistematizar y sintetizar los estudios en este ámbito del conocimiento.[5]
El enfoque de la historiografía empresarial en México sigue permitiendo una gran producción que brinda importante conocimiento sobre este gran tema. La historia económica y social, desde este enfoque, se ha beneficiado grandemente. Es parte de la historia microhistórica que ha caracterizado a la historiografía mexicana desde el último decenio del siglo XX. No hay estado de la república donde no se haya trabajado el tema de las empresas y empresarios, brindando una alternativa de conocimiento que sobre pasa a la historia regional y a la historia nacional. Este auge ha implicado que los estudios de licenciatura o posgrado se hayan reforzado grandemente con este enfoque de estudio. Es inacabable una revisión historiográfica que contemple tesis, trabajos de investigación, libros o artículos sobre los distintos aspectos del desenvolvimiento empresarial, válido para los siglos XIX y XX. Aún existe una veta importante de investigación que hay que explorar con amplitud y profundidad.
La historiografía empresarial más destacada ha sido emprendida por historiadores económicos y regionalistas, algunos provenientes de otras ramas de las ciencias sociales o las humanidades. De entre los más importantes debemos destacar a la misma María Eugenia Romero Ibarra, Gustavo Aguilar, Graziella Altamirano, Micheline Cariño, Mario Cerutti, Carmen Collado, Mario Contreras, Pedro Luna, Leticia Gamboa, Coralia Gutiérrez, Gilbert Joseph, Gladis Lizama, Allen Wells, Carlos Lizama, Jaime Olveda, Mario Ramírez Rancaño, Mario Trujillo Bolio, Mark Wasserman, Manuel Miño Grijalva, Aurora Gómez, Jesús Méndez Reyes, entre muchos más. Historiadores de los fenómenos nacionales también son dignos de mencionar por sus aportaciones, como Bárbara Tannenbaum, Ricardo Pozas, Matilde Luna, Sandra Kuntz, Edmundo Jacobo, José Ayala Espino, entre otros. Historiadores económicos como Enrique Florescano, Enrique Semo, Enrique Cárdenas, Bernd Hausberger, Luis Jáuregui, Ernest Sánchez, Stephen Haber, Antonio Ibarra, Leonor Ludlow, han favorecido también la posición de las empresas y empresarios en la historia de periodos como la colonia, la independencia, la reforma liberal, el porfiriato, la revolución y posrevolución, o la etapa contemporánea. Pioneros en el tema de las empresas y empresarios desde la perspectiva de los estudios sobre la burguesía, sin duda hay que mencionar a Linda Colón, María Teresa Huerta, Margarita Urías, y el mismo Mario Cerutti. Los libros colectivos sobre empresas y empresarios abundaron, tejiendo una gran red académica en todo el país. Aún ahora, se continúa la investigación histórica empresarial, con amplios resultados en libros, artículos, ensayos y espacios digitales. Un buen balance sobre la historiografía empresarial en México ha sido emprendido por Carlos Marichal.[6] La historiografía económica ha formado parte de la fragmentación temática que ha caracterizado a la historiografía mexicana en las últimas tres décadas, aunque su aportación ha sido indiscutible. El tema sigue dando mucha tela para cortar y cocer, entretejiendo un objeto de estudio infinito, en mucho por las fuentes, pero igualmente por la interpretación de la posición de las empresas y empresarios en la historia del pasado.
[1] Una gran especialista de la historia económica ha analizado la historiografía sobre el tema con profundidad y desde un punto de vista integral, en lo teórico, metodológico y empírico. La bastedad de esta historiografía ha sido abordada con un gran esfuerzo de síntesis. María Eugenia Romero Ibarra, “La historia empresarial”, en El Colegio de México, (Ciudad de México), LII: 3, 2003, p. 805-829.
[2] J. A. Schumpeter, Historia del análisis económico, Barcelona, Ariel, 1994, cuyo enfoque de estudio se ha centrado en el tema de los empresarios.
[3] Particularmente, Alfred Chandler, La mano visible. La revolución en la dirección de la empresa norteamericana, Madrid, Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, 1987.
[4] Douglas C. North, Estructura y cambio en la historia económica, Madrid, Alianza Editorial, 1984.
[5] Ibidem, p. 813.
[6] Carlos Marichal, “La nueva historiografía sobre las empresas en México”, en María Inés Barbero y Raúl Jacobo (eds.), La nueva historia de empresas en América Latina, Buenos Aires, Temas Grupo Editorial, 2008, p. 141-168.
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