La
profesionalización de la historia en México incentivó la aparición de las
revistas académicas muy avanzado el siglo XX. Las revistas comenzaron a ser
espacios de divulgación de los avances o logros de la investigación en el
decenio de los cuarentas. Fueron buenos espacios para el intercambio académico
o el debate historiográfico sobre determinados periodos históricos o temas
monográficos de interés para la comunidad de historiadores y público interesado,
igual para la vocación multidisciplinar en ciencias sociales y humanidades.
También fueron buenos espacios para los estudiantes de licenciatura, maestrías
o doctorados en ciencias sociales y humanidades, tanto para leer y aprender como
para colaborar con artículos o reseñas.
El
intercambio académico entre historiadores se estimuló bastante con la aparición
de las revistas académicas, primero, con las de divulgación, después.
Estudiosos y temáticas se entremezclaron en la conformación de interesantes
revistas, con artículos especializados, reseñas de trabajos publicados o
aparición de noticias o testimonios documentales. En muchos casos, la identidad
institucional se vio reflejada en las revistas trimestrales, semestrales o
anuales. El intercambio académico es parte de la identidad de las revistas. Los
historiadores mexicanos y extranjeros se entrelazaron en revistas
importantísimas para la historiografía mexicana. Los temas de historia también
inundaron las revistas de sociología, ciencia política, relaciones
internacionales, economía, antropología y cultura. Los lazos
multidisciplinarios fueron indudables.
Ya en
1942, la revista Cuadernos Americanos,
fundada en México por Juan Larrea Celayeta y avalada por el importante
intelectual mexicano Alfonso Reyes, abrió brecha en el tema de la historia y la
cultura para contar con un espacio de intercambio en torno a los estudios y
reflexiones que se emprendían por los estudiosos del mundo hispanoamericano. Le
siguió, indudablemente, la revista Problemas
Agrícolas e Industriales de México, que comenzó a publicarse en el año de
1946 de manera trimestral, y que ahondó en temas del mundo contemporáneo y
donde participaron un buen número de investigadores estadounidenses, europeos y
mexicanos, ligados a problemas económicos que se abordaban desde el punto de
vista de la historia. Ahí participaron también funcionarios públicos o
intelectuales oficialistas, sin descartar aquellos estudiosos vinculados a
diversas corrientes políticas que abordaron los problemas sociales y económicos
de su tiempo. Se publicó hasta 1959, brindando un panorama interesante sobre la
historia de México y sus problemas. Los temas sobre agricultura, regiones,
irrigación, política agraria, sociológicos, economía política,
industrialización, hacienda, ganadería, petróleo, pesca y de historia, fueron
parte destacada de la revista.
Desde
1938, la revista Christus, de la
Compañía de Jesús, comenzó a publicar artículos relacionados con la historia de
la Iglesia católica en México, en especial sobre el desempeño de la orden
jesuita. Hasta la fecha, esta revista mensual es publicada, con la
participación de historiadores católicos o académicos incluso. Esta es una
revista de divulgación de amplia circulación.
Muy
significativa fue la aparición, desde 1937, de los famosos y prestigiados Anales del Instituto de Investigaciones
Estéticas de la Universidad Nacional, que se ha dedicado a variados e
infinitos temas vinculados a la historia del arte mexicano y de otras latitudes
y que permanece en el tiempo, cada número muestra una amalgama de temas
relacionados con la historia del arte muy enriquecedores. En 1939, la Revista Mexicana de Sociología fue
fundada y desde entonces sus análisis antropológicos o sociológicos o
provenientes de la ciencia política fueron de gran importancia. Desde entonces,
en varios números, el complemento de la historia nacional o global ha formado
parte de sus índices. En 1941 comenzó a salir la Revista Investigación Económica, comandada pro Jesús Silva-Herzog desde la
UNAM, que además de publicar artículos sobre análisis económico, la historia
económica no quedó descartada, aún se sigue publicando con claras tendencias
hacia la historia local-regional, nacional e internacional de la dinámica
económica.
En
1951 se publicó la revista Historia
Mexicana, por parte del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de
México, de gran trayectoria, prestigio y actualidad en la historiografía, y que
ha abarcado periodos, temas o corrientes de todos los periodos de la historia
de México o de otros países, principalmente de América Latina. Daniel Cosío
Villegas fue el primer director de esta prestigiada revista. Impulsor también
fue Alfonso Reyes. Ha sido dirigida por Luis Muro, Luis González y González,
Josefina Zoraida Vázquez, Enrique Florescano, Bernardo García Martínez, Clara
E. Lida, Solange Alberro, entre otros. Es una de las más importantes y
prestigiadas revistas académicas de México, marcando corrientes y tendencias
historiográficas muy destacadas.
En
1960, el propio Colegio de México comenzó a publicar la revista Foro Internacional, importante en el
amplio campo de las relaciones internacionales y la diplomacia, con estudios
históricos incluidos. Esta revista se convirtió en una revista global, hecha
con especial atención en el tema, alcanzando un prestigio muy alto. Con esta
misma tendencia, desde 1973, se publicó la Revista Relaciones Internacionales, conformada por el Centro de Relaciones
Internacionales de la UNAM, que también ha subsistido en el tiempo, con
artículos académicos de la historia de las relaciones internacionales mexicanas
y el análisis diplomático.
En
1959 se comenzó a publicar Estudios de
Cultura Náhuatl, en el Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM,
también con gran prestigio académico hasta la fecha, donde se han publicado
importantes fuentes documentales, códices o textos indígenas, con temas
relacionados con la historia, la etnografía, la lingüística o de antropología
cultural, del periodo prehispánico, colonial o del periodo independiente.
Hacia
1965 se comenzó a publicar Estudios de
Historia Moderna y Contemporánea de México en el Instituto de
Investigaciones Históricas de la UNAM, conteniendo artículos, reseñas y
documentos vinculados con los periodos de la independencia, el periodo de
anarquía entre conservadores y liberales, la reforma liberal, el imperio
francés, la república restaurada, el porfiriato, la revolución, la
posrevolución y el periodo contemporáneo. Un año después, en 1966, el propio
Instituto comenzó a publicar la importante revista Estudios de Historia Novohispana, enfocada a la historia de Nueva
España en sus distintos aspectos económicos, sociales, políticos y culturales,
contando con un importante análisis historiográfico o documental sobre esa
etapa de trescientos años que los investigadores comenzaron a trabajar con
ahínco y dedicación.
Desde 1961 se comenzó a publicar Estudios
de Cultura Maya desde la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, avalada
por su primer director Efrén del Pozo, y mediante el Seminario de Cultura Maya,
con la finalidad de publicar avances y logros en torno al conocimiento de la
civilización maya, desde un punto de vista histórico y multidisciplinar. Desde
1963 se publicó Cristianismo y sociedad,
dedicada a temas relacionados con la religión, donde se publicaron trabajos
históricos o de análisis de la religiosidad, muy popular en el decenio de los
noventa. Antropología e historia se entrelazaron con varias colaboraciones
académicas sobre las religiones en general.
Desde 1974 se publicó Cuadernos
Políticos, por parte de la editorial Era, que se convirtió en una revista
influyente en cuanto a la historia del pensamiento crítico latinoamericano,
enfocado a las ciencias sociales en general, pero con artículos históricos
marxistas o de izquierda. Se publicó hasta 1990 con gran éxito e influencia. En
1975 se editó Nueva Antropología, por
parte de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), con textos
etnográficos e históricos muy marcados, pero abarcando ciertos temas de
política y sociedad. Por el estilo, también salió a la luz Historia y sociedad, como una revista abocada al estudio del
pensamiento marxista latinoamericano, que se publicaba desde 1965, con
importantes intelectuales provenientes de la izquierda y trabajos de historia
latinoamericana, unos con fuerte carga antropológica o histórica. En ese tenor
nació, desde 1977, la Revista Mexicana de
Ciencias Políticas y Sociales, donde el análisis político y sociológico
marcó temas históricos igualmente, con marcada concentración en la historia
moderna y contemporánea de México, publicada por la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM.
Una
segunda oleada de revistas dedicadas a la historia se dio desde los ochenta del
siglo anterior. Históricas nació en
1979 como boletín de difusión del Instituto de Investigaciones Históricas, con
marcada tendencia divulgadora de los quehaceres de investigación de los
estudiosos de ese Instituto; Relaciones,
Estudios de Historia y Sociedad de 1980, creada en El Colegio de Michoacán
para dar espacio a los investigadores enfocados a los estudios regionales del
occidente del país, aunque después se abrió a otros espacios locales o
regionales en la historia y las ciencias sociales; en ese mismo año comenzó a
aparecer Cuicuilco, revista de Ciencias
Antropológicas, editada por la Escuela Nacional de Antropología e Historia
(ENAH), con una clara tendencia a los estudios locales-regionales, la
etnografía y la historia o la antropología en general; en 1982 se publicó la
revista Encuentro por parte de El
Colegio de Jalisco, con la participación de historiadores regionalistas que
trabajaban el occidente mexicano y otros temas, pero concentrándose en la
historia jalisciense; Estudios,
filosofía, historia, letras, que publicó desde 1984 el Instituto Tecnológico
Autónomo de México (ITAM), con vocación por la multidisciplinariedad y espacio
para la difusión de los profesores adscritos, pretendió abrirse a la globalidad
de las ciencias sociales con una perspectiva cultural; en 1978 comenzó a
publicarse Trace, un boletín del
Centro de Estudios Mexicanos y Centro Americanos (CEMCA), sobre las
investigaciones de estudiosos franceses en México, como parte de las labores de
la embajada francesa, que fue una experiencia interesante por los estudios que
se emprendían desde un enfoque local y regional, sobre todo, del periodo
contemporáneo, y con extensión a los países de centroamérica; Mexican Studies/Estudios Mexicanos,
desde 1984, en un proyecto conjunto entre la UNAM y la Universidad de
California, que estimuló el intercambio académico entre estudiosos mexicanos y
estadounidenses, abarcando temas y periodos de la historia de México desde los
enfoques históricos, culturales, políticos, sociales, económicos, pero
centrándose en la etapa contemporánea; desde 1983, el Centro de Investigaciones
y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) de la SEP, publicó Anales, con avances de investigación
sobre antropología e historia con enfoque regionalista, aparecieron año por año
varios volúmenes dando cuenta de historias locales y regionales sobre todo; en 1985
nació Secuencia, revista de historia y
ciencias sociales, propuesta multidisciplinaria dentro del Instituto Dr. José
María Luis Mora, enfocado principalmente, en un inicio, a los estudios
regionales y a la sociología política, después a la historiografía y a la
divulgación histórica; desde 1987 nació Tzintzun,
editada por la Universidad de San Nicolás de Hidalgo, enfocada a los estudios
históricos locales y regionales, que abrió brecha en el camino en torno a los
estudios michoacanos y de otras latitudes después; ese mismo año apareció Argumentos, estudios críticos de la sociedad,
enfocada a las ciencias sociales y las humanidades y el análisis
historiográfico, hecha en la Universidad Autónoma Metropolitana de Xochimilco;
en 1986 nació Siglo XIX, cuadernos de
historia, ideada y coordinada por Mario Cerutti desde la Universidad
Autónoma de Nuevo León, luego coeditada con el Instituto de Investigaciones Dr.
José María Luis Mora de la SEP-CONACYT, que pronto se convirtió en un espacio
importante para los estudios de historia económica y regional de México.
No se
debe dejar de anotar la influencia dentro de la historiografía y la divulgación
histórica que representaron las revistas Plural
(1971-1976), Vuelta (1976-1998), Nexos (1978-a la fecha), Letras Libres (1999-a la fecha), ya que
en muchos números aparecieron artículos de carácter histórico y la participación
frecuente de importantes historiadores, sobre distintos tópicos que marcaron
momentos de divulgación acerca de acontecimientos, personajes o circunstancias
históricas o, incluso, como parte de la difusión de las obras de los
historiadores. Octavio Paz y Enrique Krauze fueron impulsores de la divulgación
del conocimiento histórico. Fue el caso también de Metapolítica, guardadas las proporciones, editada por César Cansino
en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), desde 1997.
La fragmentación de los estudios históricos mexicanos, principalmente, por
la emergencia de los estudios locales y regionales o la historia social o
cultural, así como en el análisis historiográfico o el enfoque de la historia
económica, implicó un acrecentamiento de las publicaciones de revistas
académicas, unas con éxito y otras de breve vida, en la última década del siglo
XX. Podemos mencionar a Historia y Grafía,
editada por la Universidad Iberoamericana, desde 1993; Eslabones, revista semestral de estudios regionales, desde 1990,
hecha por la Sociedad Nacional de Estudios Regionales A.C., y coordinada por
Carlos Martínez Assad; en ese mismo año nació Estudios Jaliscienses, editada en El Colegio de Jalisco, con la
labor editorial de importantes historiadores como José María Muriá, Jaime
Olveda y Agustín Vaca, enfocada a los estudios locales; Desacatos, revista de ciencias sociales, cuyos primeros números
aparecieron en 1999, hecha dentro del CIESAS; en 1994 apareció Dimensión Antropológica, hecha con una
tendencia histórica clara y con enfoque antropológico como lo indica su nombre,
y editada en el INAH; este mismo año también, desde la Universidad de
Guadalajara, se comenzó a publicar Estudios
del Hombre, enfocada a la multidisciplina, la filosofía, la teoría y la metodología,
aunque en sus índices aparecieron tópicos locales y regionales de distinta
factura, desde el enfoque de la historia; en 1995 comenzó a salir América Latina en la Historia Económica,
como parte de la Asociación Mexicana de Historia Económica y con el sello
editorial del Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, con claro
objetivo vinculado a la historia económica y social de diversos y variados
tópicos; La Universidad Autónoma de Sinaloa, donde hay abundantes historiadores
regionales, comenzó a publicar en 1990 Clío,
con claro objetivo de mostrar los estudios que se realizaban sobre la historia
sinaloense y énfasis en la historia económica y social; desde ese mismo año de
1990 comenzó a publicarse el Boletín
del Fideicomiso y Archivos Plutarco Elías Calles y Fernando Torreblanca, que
desde entonces publica artículos puntuales sustentados con documentos que
contiene ese archivo y que normalmente se refieren a acontecimientos o
personajes de la revolución o posrevolución mexicanas hechos por historiadores
visitantes del importante repositorio documental, que ha sentado una tradición
de publicación y difusión dentro del gremio historiador; desde ese año, la
historia comenzó a resaltar en la publicación de Debate Feminista, donde las mujeres y el género comenzaron a ser
atención de la historia mexicana y de otras latitudes de las ciencias sociales;
desde 1995, la Fundación Rafael Preciado Hernández, A.C., del Partido Acción
Nacional, comenzó a publicar semestralmente la Revista Propuesta, con claro enfoque relacionado con la historia del
partido y análisis político sobre México contemporáneo, y que se publicó largo
tiempo, con plumas provenientes de la academia; desde 1999, apareció la revista
Vetas de El Colegio de San Luis
Potosí, con vocación regionalista sobre distintos periodos de la historia
potosina; igualmente en ese año comenzó a publicarse Caleidoscopio, revista trimestral de ciencias sociales y
humanidades, en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, con clara tendencia
regionalista y multidisciplinaria, el énfasis puesto en la historia hidrocálida
con apertura en el análisis historiográfico o la historia de otras latitudes; por
el estilo apareció la revista Regiones,
revista interdisciplinaria de estudios regionales, desde 1994, que editó el
Centro de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad de Guanajuato,
con un marcado enfoque de la historia local y regional guanajuatense; con la
misma vocación se publicó Cuadernos del
Sur desde 1992, por parte de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca, que
entrelazó la historia con la sociología o la antropología en varios artículos
sobre las distintas regiones oaxaqueñas; con iguales intenciones se editó Región y Sociedad, por parte de El
Colegio de Sonora, desde 1999.
La revista de divulgación del INERHM Sólo
Historia, enfocada a los estudios sobre la revolución mexicana se comenzó a
editar trimestralmente desde 1999, desde el 2003 se convirtió en Nuestro Siglo, que duró tres números más
con colaboraciones tomadas de los foros académicos que esa institución
realizaba y algunas entrevistas con historiadores y un diseño atractivo para la
divulgación histórica. Desde ese mismo año, se comenzó a editar la revista Signos Históricos, por parte de la
Universidad Autónoma Metropolitana de Iztapalapa, veta de estudios históricos
desde los setentas, seguidora de la Revista de Ciencias Sociales y Humanidades Iztapalapa, donde publicaban importantes
artículos los historiadores de esa universidad sobre los siglos XIX y XX o de
análisis historiográfico; de 1997 proviene la edición de la Revista Frontera Norte, revista internacional de
fronteras, territorios y regiones, con importantes trabajos vinculados a la
migración, la marginación, la desigualdad y la historia de los fenómenos de
frontera territorial y regional; desde 1996 apareció la Revista Mexicana del Caribe, enfocada a los estudios históricos
vinculados a esa región caribeña, financiada por la Universidad Autónoma de
Quintana Roo.
Desde el año 2000, un grupo de académicos formaron el Centro de Estudios
Internacionales que, desde el enfoque de la historia global, publicaron la
Revista Perspectivas Históricas, Historical
Perspectives, Perspectives Historiques, con énfasis en México, América
Latina y Europa, y claro marcaje vinculado al análisis historiográfico y temas
novedosos que estaban de moda en aquel entonces. Sobrevivió varios años y tuvo
colaboradores provenientes de la escuela francesa de Annales. Tempus, revista en
historia general, comenzó a ser publicada en la Facultad de Filosofía y
Letras de la UNAM desde el 2015, con una tendencia globalista pero con nula
continuidad, abarcando temas relacionados con la historia de México.
Desde 1993, la Editorial Raíces publica Arqueología
Mexicana, enfocada a la historia del México antiguo en todas sus
expresiones, que aparece mensualmente desde entonces, bellamente ilustrada y
editada. No hay tópico o tema que no haya sido dado a conocer en esta
publicación de divulgación. Toda la expresión del México prehispánico está
contenida allí, con la participación de infinidad de arqueólogos, historiadores
y estudiosos de la antigüedad mexicana. En 1992 se comenzó a editar el Boletín Oficial del Instituto Nacional de
Antropología e Historia, retomando el Boletín
del Museo Nacional de México, que se publicó entre 1902 y 1959, cuyo
creador fue Alfredo Chavero, con artículos referidos a los distintos aspectos
históricos relacionados con las temáticas de esa institución, acercándose a la
divulgación histórica de amplia circulación. Desde 1997 apareció la Revista Alquimia, como revista semestral del
Sistema Nacional de Fototecas del INAH, con artículos bien equilibrados
referidos a la fotografía histórica y temas puntuales.
H-México se constituyó,
desde 1995, en un portal especializado y enfocado al trabajo de investigación,
docencia y difusión del conocimiento histórico mexicano. Este portal web fue de
fundamental importancia en la difusión del trabajo del historiador, ahora
pionero e influyente para el gremio. Los portales de historia pasaron a ser un
complemento indispensable de las revistas, ahora agregando todas las
actividades vinculadas al trabajo historiográfico. Se siguió el ejemplo de
muchos portales y revistas de historia que surgieron en España y Estados Unidos
a finales de la década de los noventa y que ahora son muy influyentes en el
conocimiento historiográfico. La divulgación del trabajo del historiador ha
representado un impulso destacadísimo para la disciplina.
La
historia se ha visto beneficiada por la publicación de revistas académicas y de
divulgación, sobre todo en las primeras dos décadas del actual siglo. Es
impresionante el número de revistas que se publican en los estados de la
república, en especial en universidades y centros de estudio o por parte de
sociedades y redes académicas. A la impresión en papel se ha sumado la creación
de portales y paginas web donde se publican diversos contenidos. En el año 2000
comenzó la publicación de Istor en el
Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) con enfoque dirigido a la
historia global; en el 2003 se publicó
en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), la revista Graffylia, sobre filosofía, lingüística,
literatura, historia, estética, arte, antropología y educación; desde 2003 se
publicó la revista Ulúa, revista de
historia, sociedad y cultura, por parte de la Universidad Veracruzana y en
el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales, donde hay una plantilla de
historiadores de primera línea sobre historia local y regional; el tradicional Boletín del Archivo General de la Nación,
donde además de artículos se publicaron documentos, cobró impulso en la primera
década de este siglo, en forma de libro se publicaron interesantes artículos,
documentos y noticias del gran mundo que es el Archivo; Tarwá, revista de historia, comenzó a publicarse en el año 2000 por
parte de la División de Estudios Históricos y Humanos del Centro Universitario
de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad de Guadalajara, con la propuesta
interesante de incluir avances de investigación de los estudiantes; desde 2009,
la misma Universidad de Guadalajara edita Letras
Históricas con temas sociales, culturales y políticos de distintos periodos
históricos tanto regionales como nacionales; también desde este año se publica
en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas la revista Liminar. Estudios sociales y humanísticos,
con un espectro amplio de temas provenientes de la historia, las ciencias
sociales y las humanidades, una amalgama gráfica incluida; desde 2017 se edita
electrónicamente la Revista Mexicana de
Historia de la Educación, desde la Universidad Autónoma de Querétaro, que
tuvo sus antecedentes en otras producciones de la Sociedad Mexicana de Historia
de la Educación, que surgió mediante reuniones académicas donde se abordaban
los distintos aspectos de esa historia tan importante; de la misma factura es
el Anuario Mexicano de Historia de la
Educación, con trabajos de investigación muy orientados a la historia local
y regional; Instersticios Sociales,
desde 2011, en El Colegio de Jalisco, incursionó en la vida digital con toda la
parafernalia académica del caso y con trabajos relacionados con la historia
jalisciense y de otras latitudes, incluyendo el análisis historiográfico; también
se publicó desde enero del 2013, la revista Trashumante,
Revista Americana de Historia Social, por parte del Grupo de Investigación
en Historia Social y la Red Internacional de Historia Social, con
financiamiento de la Universidad Autónoma Metropolitana de Cuajimalpa y la
Universidad de Antioquia de Colombia, con marcada atención en temas relativos a
América Latina, donde se ha hecho énfasis en la historia urbana, local y
regional pero también de aspectos sobre la vida cotidiana, las políticas
públicas y otros temas innovadores; en ese mismo año se comenzó a publicar Oficio, revista de historia e
interdisciplina, por parte del Departamento de Historia de la Universidad
de Guanajuato, con clara tendencia historiográfica centrada en la historia
regional, sin descartar análisis de teoría y metodología o hasta de filosofía,
con un limitado impacto por la falta de distribución.
El año
2010, con motivo de las conmemoraciones por el bicentenario de la independencia
y el centenario de la revolución, hubo un estímulo de las publicaciones
históricas. Surgieron varias revistas de divulgación: Memoria de las revoluciones en México, de la que se publicaron 10
números, con importantes artículos académicos y abundantes fotografías
históricas y una edición de excelencia, muy coffee
table book, difícil de leer y manipular por su formato, pero con una
belleza incomparable, fue una gran aportación para la historiografía del
momento con sus bemoles; desde el año 2008 se publicó BiCentenario, por parte del Instituto de Investigaciones Dr. José
María Luis Mora, con artículos de divulgación académica, que circuló en el
medio de los historiadores sin tener un impacto público importante, y que se
sigue publicando, con temas muy fragmentarios que no dejan de hacerse con una
perspectiva académica; Relatos e
Historias en México, editada por la editorial Raíces, de las más populares
e influyentes en la historiografía actual, se publicó desde septiembre del
2008, con profusión de imágenes e iconografía, fotografía histórica y artículos
breves con temas vinculados a la historia mexicana de todos los tiempos, donde
resaltan acontecimientos, personajes y temas de gran interés, que se sigue
publicando con gran éxito mensualmente.
Parte
de la historiografía mexicana ha evolucionado con la publicación de las
revistas históricas. Gran parte de ellas ha tenido vocación académica, pero
también en el campo de la divulgación. Esta revisión, para nada exhaustiva,
muestra que las revistas son influyentes dentro de la historiografía. Funcionan
para difundir el trabajo de los historiadores y otros cientistas sociales,
igualmente para la participación de intelectuales y escritores. El intercambio
académico o de divulgación ha sido la materia principal de las revistas, cuya
circulación es frecuente, constante y abundante, rebasando la difusión de los
libros. Las revistas cuentan con un papel principal en la historiografía y la
difusión del conocimiento histórico.
Ahora
la publicación de revistas se refugia en el mundo digital, mediante portales,
blogs, podcats, páginas específicas, que mantiene su tradición e impacto en el
público. Las ediciones impresas van cediendo para que las revistas se difundan
mucho más en el mundo digital. Hay revistas que ya tienen todos sus números y
volúmenes en línea, con el acceso abierto. Muchas no se consiguen impresas,
guardadas en bodegas u oficinas de espacios universitarios, no circulan,
excepto, claro está, aquellas relacionadas con la divulgación, muchas de las
cuales se encuentran en los quioscos de venta de periódicos o revistas o en
tiendas con librerías. Su futuro se encontrará en el mundo digital, incluso con
el aval de instancias gubernamentales como el CONACYT, que ha forzado a todas
estas publicaciones a cumplir con ciertos estándares para alcanzar la categoría
de reconocimiento “indexado”, es decir, reconocimiento de un status científico o de divulgación. Las
revistas académicas se han burocratizado tanto, que incluso se refleja en sus
páginas web, donde se publican amplios requisitos, avales y vericuetos en su conformación
y publicación. Lo curioso es que no se reparten o venden al gran público.
Solamente se leen entre colegas o sirven para los famosos “puntitos”
curriculares o de estímulos, están al servicio del Sistema Nacional de
Investigadores o los estímulos universitarios, no a la vocación por la
historia. En las páginas web de las revistas académicas se reflejan los mismos
índices y procedimientos y normas.
Las
revistas encuentran un amplio espectro de difusión dentro de la web, ahora
principalmente a través de bases de datos o index sobre temas y artículos de
todo el mundo, que permiten consultarse a texto completo y bajar las
aportaciones en PDF. La difusión de los artículos especializados sobre
distintos temas y variadas publicaciones es muy destacada e infinita, muy útil
para la investigación. Dentro de los principales espacios están JSTOR, DIALNET,
SCIELO, REDALYC, que contienen bases de datos muy amplias y donde figuran las
revistas mexicanas con sus contenidos. La historia de las revistas dedicadas d
al historia muy bien se puede reconstruir puntualmente gracias a estos
repositorios digitales, pero igualmente, en el caso de las revistas indexadas,
a que en cada una se encuentra el archivo histórico de los contenidos de cada
número.
Gran
cantidad de revistas históricas se encuentran atadas a las mafias académicas
institucionales o de camarillas, que hacen evaluaciones y dictámenes para dar status profesional y “científico” a
estas publicaciones. En gran cantidad de ellas, sobre todo dentro de las
universidades estatales o centros públicos de investigación, las revistas
suelen estar atrapadas en un marasmo burocrático o elitista, publican allí los
“cuates” o “afectos” o “benefactores”, que suelen ser dictaminados
favorablemente. Muy pocas revistas se salvan de esta circunstancia mafiosa, por
más procedimientos y normas que pongan dentro de sus estructuras, avaladas por
un padrón existente en el CONACYT o en el sector cultural.
Las
revistas de divulgación histórica tienen más futuro que otras “científicas” por
sus rasgos de impresión o de aparición digital y diseños atractivos en imágenes
o fotografías o iconografía. La distribución es más eficiente y representan
negocio para los editores, no como las revistas académicas que dependen de los
presupuestos de universidades y centros de estudio, o de las mafias académicas
que las conforman. Estas son de distribución restringida entre colegas para
leerse mutuamente, no van más allá.
No hay
que dejar de mencionar la influencia de los portales web en la difusión del
conocimiento del pasado en todas las latitudes. México se encuentra en un lugar
privilegiado en este aspecto. Con esto, se garantiza la posición influyente de
las revistas dentro de la historiografía mexicana. Siguen siendo un medio de
intercambio y divulgación del conocimiento del pasado. Ahora encuentran en la
brecha digital el camino de subsistencia en un mundo amplio e infinito, plural
y heterogéneo.