En todos los casos la función de la historia es la de dotar
identidad a la diversidad de seres humanos que formaban
la tribu, el pueblo, la patria o la nación. La recuperación
del pasado tenía por fin que crear valores compartidos,
infundir la idea de que el grupo o la nación tuvieron un
origen común, inculcar la convicción de que la similitud
de orígenes le otorgaba cohesión a los diversos miembros
del conjunto social para enfrentar las dificultades del
presente y confianza para sumir los retos
del porvenir.
Enrique Florescano
“La función social del
Historiador”,
Revista Vuelta, enero de 1995
p. 15.
Hace algunos años me invitaron a dar una conferencia magistral sobre historia de México. Querían que hablara de los tres grandes momentos de la historia nacional. Era para un público abundante, conformado por maestros de primaria, secundaria y preparatoria, también alumnos y público en general. Los organizadores deseaban que un historiador hiciera una revisión sobre los acontecimientos y personajes de la historia de la independencia, la reforma y la revolución, para contar con una visión de conjunto en una hora y media. El evento era para un poco más de mil personas, así es que tenía que ser ameno y sintético, hasta divertido. Llevaba un guión basado, fundamentalmente, en documentos fundamentales de cada periodo y una brevísima lista cronológica de acontecimientos. Sin embargo, dejé el guión y empecé a caminar entre el público preguntando a algunos asistentes qué pensaban sobre la historia de México y sobre los documentos principales de cada periodo. El pasmo. Nadie de los interrogados brevemente conocía ningún documento o recordaba mal, o, lo que es peor, se acordaban endeblemente de los grandes personajes. Fue entretenido, al mismo tiempo, comenzar así con la conferencia. Pues bien, decidí hablarles de cada periodo haciendo énfasis en los documentos definitorios de cada uno, en líneas generales por supuesto. Fue sorprendente el interés y la atención de tanto público. La conferencia se prolongó en tiempo y fue muy estimulante, nada aburrida. El hecho de conocer las líneas generales y la importancia de cada documento causó atención y aprendizaje.
Para la independencia, los documentos fundamentales reseñados fueron: Proyecto de Plan de independencia de México que redactó Fray Melchor de Talamantes en agosto de 1808; la Primera Proclama formal de Miguel Hidalgo en la que se definieron los postulados principales de la independencia, de octubre de 1810; el primer bando de Miguel Hidalgo que abolió la esclavitud, publicado en la ciudad de Valladolid el 19 de octubre de 1810; el Plan del Gobierno Americano, entregado por Miguel Hidalgo a José María Morelos y que se publicó el 16 de noviembre de 1810; la Proclama a la Nación Americana que emitió Miguel Hidalgo en Guadalajara el 21 de noviembre de 1810; el Acta de instalación de la Suprema Junta Nacional en Zitácuaro, del 21 de agosto de 1811; Primer proyecto Constitucional para el México independiente, denominado como Elementos de la Constitución y que escribió Ignacio López Rayón, firmado el 10 de abril de 1812; Primera Convocatoria de José María Morelos para la instalación del Congreso de Chilpancingo del 28 de junio de 1813; Los Sentimientos de la Nación, que se dieron a conocer en Chilpancingo el 14 de septiembre de 1813; Abolición de la Esclavitud por José María Morelos en Chilpancingo, el 5 de octubre de 1813; La Declaración de Independencia de México de Chilpancingo, del 6 de noviembre de 1813; Exposición de motivos del Decreto Constitucional de Apatzingán, que se emitió por el Congreso Insurgente, el 23 de octubre de 1814; el Manifiesto de Puruarán en que se razonó y justificó el derecho a la soberanía del pueblo mexicano, emitido el 28 de junio de 1815; Decretos del Congreso Insurgente, creando la Bandera y el Escudo Nacionales, del 14 de Julio de 1815; Primera proclama de Vicente Guerrero en que declaró su acatamiento a la Constitución de Apatzingán, el 30 de septiembre de 1815; El Plan de Independencia de la América Septentrional, expedido en Iguala el 24 de febrero de 1821; el Juramento del Plan de Iguala del 2 de marzo de 1821; los Tratados de Córdoba del 24 de agosto de 1821; el Acta de la declaración de independencia del Imperio mexicano del 28 de septiembre de 1821; y una breve mención del Acta Constitutiva de la Federación Mexicana, del 21 de enero de 1824. La narración de los acontecimientos y personajes, hilvanada con la explicación o breves párrafos de cada documento, resultó de gran interés. Las personas se mostraron atentas y sorprendidas.
Para la etapa de la reforma, el imperio y la república restaurada se revisaron los siguientes documentos fundamentales: el Plan de Ayutla de marzo de 1854; la Ley de Desamortización de los Bienes de la Iglesia y de las Corporaciones del 25 de junio de 1856; la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos del 5 de febrero de 1857; La Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos del 12 de Julio de 1859; la Ley sobre Libertad de Cultos, del 4 de diciembre de 1860; la Proclama de Benito Juárez al regresar a la ciudad de México el 10 de enero de 1861; el Decreto del Gobierno sobre la Libertad de Imprenta, del 2 de febrero de 1861; El Estatuto Provisional del Imperio Mexicano, del 10 de abril de 1865; el Manifiesto del Presidente de la República al ocupar la capital de México en Julio de 1867; el Plan de la Noria de noviembre de 1871; y el Plan de Tuxtepec de noviembre de 1876. Igualmente, para este periodo, el público siguió interesado en conocer acerca de estos documentos históricos.
En el caso de la revolución, los documentos principales que se analizaron, a vuelo de pájaro, fueron: La entrevista de James Creelman a Porfirio Díaz, aparecida en El Imparcial del 4 de marzo de 1908; el Programa del Partido Liberal de San Luis Missouri del 1 de Julio de 1906; esbozo del libro de Francisco I. Madero, La sucesión presidencial, de 1908; el Plan de San Luis Potosí del 5 de octubre de 1910; el Plan de Ayala fechado entre el 25 y el 28 de noviembre de 1911; el Plan de Guadalupe del 26 de marzo de 1913, expedido en la Hacienda de Guadalupe en Coahuila; las adiciones al Plan de Guadalupe del 12 de diciembre de 1914, que se expidieron en Veracruz; La Ley del 6 de enero de 1915; la Ley Agraria del general Francisco Villa del 24 de mayo de 1915, expedida en León, Guanajuato; El Diario de Debates del Congreso Constituyente de Querétaro entre diciembre de 1916 y febrero de 1917; y la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, expedida el 5 de febrero de 1917. Los documentos fueron reveladores de lo que significó la revolución para el México contemporáneo.
Los tres grandes momentos de la historia de México no pueden ser abordados sin el estudio y análisis de los documentos que los constituyen y conforman. Los documentos hablan por sí solos de los rasgos definitorios de cada periodo y de los personajes representativos que los hicieron y signaron. Para la independencia, los documentos seleccionados establecen la fundación de la nación a partir de la necesaria configuración jurídica-administrativa, pero también relacionada con la identidad nacional que se deseaba establecer en el territorio y con sus pobladores. La lucha por la autonomía y el logro de la soberanía fueron un objetivo común para emprender la conformación de la nación. Para el caso de la reforma, el imperio y la república restaurada, la documentación favoreció la consolidación del proyecto de nación desde un ámbito jurídico y político que dio cimentación al país moderno y unido que se quiso forjar para el futuro. La legalidad fue el cariz desde donde se consolidaría al Estado liberal que dio cauce a una nación reformada y con bases constitutivas. El porfiriato, entre 1876 y 1910, pudo establecer el “orden y el progreso” gracias a los fundamentos fundacionales y de consolidación del siglo XIX. Sin embargo, vino la revolución como una palestra histórica que llevaría al país a una etapa que conduciría al México contemporáneo, donde la democracia sería el proyecto principal para el despegue de la república, contando como base documentos tan trascendentales como la Constitución de 1917 que aún rige los destinos nacionales. Las facciones revolucionarias confluyeron en proyectos y objetivos dentro de la Carta Magna, lo que representó una confluencia de proyectos, que aglutinaron los grandes vencedores revolucionarios, que luego reconstruirían al país llevándolo a la modernidad política de la estabilidad para permitir el desarrollo económico.
Los documentos fundamentales de la nación mexicana reflejan, igualmente, las grandes intenciones de cada momento, fue una selección apretada pero útil que muestra los principales valores y principios que animaron cada periodo: para la Independencia, la libertad, la igualdad, la felicidad, la soberanía; para la reforma, la consolidación del Estado, el nacionalismo, la igualdad, la legalidad y la modernidad; y para la revolución, la justicia, la libertad, la igualdad y la democracia. Estos tres grandes momentos fueron los que marcaron, a través de los documentos, los acontecimientos y los personajes, la identidad nacional mexicana. Una historia nacional marcada por una gran evolución política, social, económica y cultural, que quedó marcada mediante documentos históricos de gran valía para entender y comprender el pasado común, la memoria colectiva que nos da certeza identitaria, sin determinismos ni condicionamientos, sin legitimaciones o dislates o ficciones. Los documentos ahí están, son parte de los grandes momentos que marcaron la historia nacional.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario