El gobierno actual anunció en una mañana fresca del 30 de septiembre de 2020, desde Palacio Nacional, las conmemoraciones oficiales de las efemérides que han marcado la historia de México para el próximo año. Igualmente, se dieron a conocer los nombres de los funcionarios públicos que conforman una comisión general de celebraciones, que cuenta con cuatro comités especializados, que, obviamente, es encabezada por el presidente de la república. La participación de los 32 estados de la república será una característica mediante actividades en 65 ciudades. Se invitarán a los 193 países miembros de la ONU, así como a 252 países que figuran en distintos organismos internacionales donde participa México. La relevancia de “la independencia y la grandeza” de México será resaltada a nivel mundial, una fiesta histórica y cívica de grandes magnitudes, donde el pasado y el presente serán unificados y fundidos para brindar esperanza al futuro. Mejor frase no pudo redactarse por el canciller mexicano, Marcelo Ebrard Casaubón: “los pueblos que no saben de dónde vienen no saben a dónde van”.
Vía de mientras el presidente de la república tendrá un representante en la comisión de organización, que además fungirá como coordinador general y vocero, el Director General del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, que fue quien presentó el programa de festejos previstos:
• 14 de febrero, Homenaje a Vicente Guerrero en Cuilapan, Oaxaca, por los 190 años de su fusilamiento.
• 24 de febrero, Conmemoración de los 200 años del Plan de Iguala con exposición de las banderas originales del movimiento de Independencia, que luego recorrerán 15 ciudades de diferentes estados del país, en Iguala, Guerrero, para regresar el 27 de septiembre a la Ciudad de México.
• 25 de Marzo, Día de la resistencia de los pueblos originarios, conmemorando la primera victoria contra los conquistadores, en 1517, en Champotón, Campeche.
• 3 de mayo, Ceremonia de la Cruz Parlante, fin de la Guerra de Castas, con solicitud de perdón a los pueblos mayas y de otras culturas, en Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo.
• 12 de mayo, Conmemoración de la fundación de México-Tenochtitlan, con un programa de recuperación del lago de Texcoco, en Texcoco, Estado de México. 700 años, aunque ocurrió el 13 de marzo de 1325 y se cumplirán 696 años en 2021.
• 13 de agosto, Conmemoración de la resistencia y caída de Tenochtitlan, con exposiciones, conferencias y apertura de ventanas arqueológicas, en Ciudad de México. 500 años.
• 24 de agosto, Conmemoración de los 200 años de la firma de los tratados de Córdoba en los que se acordó la Independencia de México y la retirada de las tropas españolas, en Córdoba, Veracruz.
• 15 de septiembre, en todo el país Grito de Independencia, con la participación de delegaciones de todos los países del mundo.
• 16 de septiembre, Desfile cívico-militar con la participación de fuerzas armadas de diferentes países, en Ciudad de México.
• 27 de septiembre, Conmemoración de los 200 años de la consumación de la Independencia. Recreación de la entrada triunfal del Ejército Trigarante en una cabalgata desde el Castillo de Chapultepec hasta el Zócalo, en Ciudad de México.
• 28 de septiembre, en un pueblo yaqui de Sonora Ceremonia del Perdón a los pueblos originarios.
• 30 de septiembre, Conmemoración del natalicio de José María Morelos y Pavón, en
Morelia, Michoacán. 256 años, ya que nació en 1765.
El presidente de la república dijo que 2021 será el año de “la independencia y la grandeza de México”. De nueva cuenta insistió en hablar sobre el perdón solicitado a España y a la Iglesia católica. “Se hizo este planteamiento conocen ustedes el resultado, no descartamos que haya en parte del gobierno español, de la monarquía, un cambio de actitud y que con humildad, se ofrezca una disculpa, un perdón, pensando en dejar atrás esa confrontación y hermanarnos”. Según esto: “cuando hicimos este planteamiento se malinterpretó. Algunos dijeron, eso ya está olvidado, eso pasó hace mucho tiempo. Recientemente en Estados Unidos echaron abajo estatuas de colonizadores, y no se trata de estar de acuerdo en desacuerdos. Se trata de buscar cerrar heridas. Son asuntos que vienen de lejos. Por qué darle la espalda, por qué no tratarlos y ofrecer disculpas y reconciliarnos”. Los españoles contestaron, de nueva cuenta, no se hará tal perdón a un acontecimiento histórico tan lejano en el tiempo, y que no se puede hacer porque es una necedad contemporánea, obvio, la utilización de un hecho histórico para la propaganda actual de un gobernante.
Historia maniquea, sin duda, que manipula al presente diciendo una falacia grave, porque habla de confrontación y de desacuerdo donde no lo hay. Reconciliación de lo reconciliado. Hermandad que existe desde 1836 por lo menos. Juzga a la historia para utilizarla en el presente a su antojo, con una interpretación fuera de lugar, innecesaria, hasta ofensiva. Fomenta la xenofobia y xenofilia del pueblo mexicano en lo relacionado con los españoles y los extranjeros, sin duda, para pasar a la historia como un líder que sobajó a los conquistadores y a los conservadores de la Iglesia, a los extranjeros que mancillaron nuestra historia o nuestra soberanía. La percepción popular será esa.
Lo peor fue cuando dijo que sería un “gesto de mucha sensibilidad que se hiciera una referencia y reconocimiento tanto al cura Hidalgo como a Morelos. No queremos el debate acerca de si se excomulgó o no al cura Hidalgo, es un hecho que fue juzgado y es para nosotros el padre de nuestra patria”. El gobierno mexicano actual ofrecerá disculpas a los “pueblos originarios”, en especial a los pueblos mayas y yaquis. Reforzó al decir: “el perdón ayuda a la reconciliación”. El pensamiento del presidente, en lo relacionado con los pueblos originarios fue que: “Va a haber un día dedicado al perdón por los abusos, las atrocidades que se dieron con la invasión colonial y también a partir del México independiente, vamos a estar en la región maya y con los pueblos yaquis precisamente de las culturas más ofendidas, humilladas en la historia de nuestro país. Se va a exponer la grandeza de México en lo artístico, cultural. Habrá exposiciones de códices, piezas arqueológicas, pintura, música”. Hasta la guerra de castas salió a cuento, o el maltrato a los yaquis en el porfiriato.
Como en 1921, los sonorenses hablaban de unidad y reconciliación por la revolución mexicana, necesaria para la reconstrucción nacional, ahora este gobernante habla de una reconciliación histórica de 500 años, 200 años, exige justicia histórica cuando ni en el planteamiento de los festejos sucede, como pasa con el olvido del personaje central de la consumación de la independencia, como lo fue Agustín de Iturbide, que, como en 1921, se marginó y soslayó de la historia nacional, juzgando sus actos relacionados con su violencia durante la insurgencia o su filiación con la Iglesia Católica y la monarquía. Iturbide es marginado de la propuesta de conmemoraciones, aún cuando fue firmante del Plan de Iguala, los Tratados de Córdoba y el Acta de la Independencia del Imperio Mexicano, documentos fundacionales de la nación. En su lugar, nuevamente, se exalta la figura de Vicente Guerrero, que, obvio, tiene un mérito indiscutible, pero no es el único personaje de la independencia y de la consumación.
Con el programa se recorrerá, según Claudia Sheimbaum, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, setecientos años de historia de la “grandeza” de México y, además, estableció que la capital del país contará con su propia agenda. El canciller Marcelo Ebrard Casaubón fue más allá en su discurso, anunciando que como nunca antes la promoción de México en el extranjero será destacadísima, para brindar, otra vez, la difusión sobre la “grandeza” del país. El Director General del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, ahondó en la necesidad de traer al presente la “memoria histórica” con hechos “festivos” y “catastróficos”, solamente de esta forma se rescatará la diversidad lingüística, geográfica y cultural, sin la “discriminación”, pero sí con el “enaltecimiento” y el “fortalecimiento” de la patria. Según el plan general se tratará de “reforzar la identidad nacional” del país. Muy parecido discurso del que hace alarde la Coordinación de la Memoria Histórica, al mando de la señora del presidente.
Otros miembros de la comisión no hablaron en la presentación, como la historiadora Graciela Márquez, secretaria de Economía; el secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval González; el secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán; Alejandra Fraustro Guerrero, secretaria de Cultura; y el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán (se les olvidó incluir la conmemoración centenaria de la secretaría que comanda). Los cuatro comités de organización serán de Reconocimientos, Monedas y Emisiones, Desfiles y Actos Militares, Cultura e Historia, Especiales, Educación y Civismo, respectivamente presididos por los funcionarios mencionados.
La falacias históricas sobre la fundación de la ciudad de México o el tema de los pueblos originarios han sido un despropósito de lo que se conmemorará en 2021. Reivindicar la historia es cambiarla y manipularla, parece ser la concepción gubernamental actual. Juzgar y mostrar los resentimientos y dictaminar los perdones demuestra una concepción parca y maniquea de la historia. Se utiliza normalmente para legitimarse y manipular a las masas, al pueblo, que suele identificarse con esas concepciones o pensamientos. En este sentido, la historia sirve de mucho.
En 1921, la Iglesia católica tuvo su propia agenda de conmemoraciones sobre el centenario de la consumación de la independencia. Los obispos y la jerarquía católica compitieron con el gobierno obregonista en la realización de actividades. La Iglesia recordó a Agustín de Iturbide, mencionándolo y favoreciendo la realización de obras biográficas sobre su participación en la independencia, claro, con el sesgo conservador y católico de entonces y, así, golpear al anticlericalismo de los vencedores de la revolución. En varias ciudades como Morelia, Zamora, Puebla y ciudad de México hubo desfiles organizados por los católicos. Para el próximo 2021, quizás la Iglesia organice actividades, aunque serán opacadas por la afrenta planteada de las disculpas oficiales que se solicitan.
2021 ha sido un año convulso. La crisis económica, los efectos de la pandemia de salud, el proceso electoral federal, la inseguridad y la violencia, continuaron siendo un contexto inadecuado para los festejos centenarios que se anunciaron ahora. La historia nacional, sin duda, dará sal y pimienta a ese contexto tan difícil. Lo malo será tolerar las falacias y el ánimo reivindicador de resentimientos y perdones, parte de los traumas nacionales que ahora el gobernante exalta como base para brindar esperanzas de un cambio que no se visualiza ni se percibe en el panorama futuro de México. Los que crean lo contrario viven en el limbo.
No se cumplió con el programa. Lo que sí se cumplió fue el logro de una desfachatez grande en torno a la historia de México. La pirámide iluminada del zócalo para el espectáculo; discursos chafas o chuecos con personas sin representatividad oficial real o sin sabiduría de la historia; la polémica por la estatua de Cristóbal Colón y su remplazo por una cabeza que ni a olmeca llega; el intento de vociferar una unidad latinoamericana inexistente, hasta con una reunión con dictadores; conferencias ad hocpara la corrección política de la historia desde el púlpito de Palacio; discursos chafas e improvisados o conferencias en línea sin chiste, sobre la independencia y la consumación; una que otra publicación o documental con errores imperdonables, programas de radio o televisión, auspiciados con historiadores fanáticos del gobierno; mucha palabrería, muchas ideas y hechos erróneos y una nula e inexistente re interpretación de la historia mexicana.
Una conmemoración bastante mediocre y maniquea, con pasta de maquillaje y oscuridad, muy cuarteada, hasta con errores o descuidos, como todo lo que caracteriza al gobierno en turno. Se mintieron a ellos mismos, mintieron al pueblo y no cumplieron con lo que prometieron. Todo es achacable a la pandemia, pero mucho más a la corta visión y acción que diera una creatividad para recordarle a la población el pasado de México con inteligencia y sabiduría, sin inventos y dislates.
No hay una historia oficial digna, mucho menos una historia académica a la altura de las nuevas interpretaciones, con una divulgación histórica de grandes inventos y ficciones que no ha ido más allá. La historiografía mexicana no ha estado a la altura del pasado de México, mucho menos los historiadores.
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