Con la Constitución de 1917 quedó suprimida la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes. Las funciones educativas quedaron en manos de los municipios, pero igual de la Universidad Nacional, que conjuntó la labor educativa con la cultural, mediante una ampliación de sus atribuciones y labores. La educación debería ser gratuita, laica y obligatoria, por lo que se requería de un organismo oficial de alto nivel que hiciera cumplir ese mandato constitucional desde el ejecutivo, siendo parte sustancial de la nueva visión de la educación pública, relacionada con el llamado “espíritu nacional revolucionario”.
El presidente Venustiano Carranza fue asesinado en mayo de 1920. Los sonorenses ocuparon el poder ejecutivo, mediante el interinato de Adolfo de la Huerta, quien nombró a José Vasconcelos como Rector de la Universidad Nacional. La idea central del nuevo funcionario se concentró en un postulado fundamental para la educación pública: “La vinculación de la escuela con la realidad social”. Se emprendieron reformas destacadas en la Universidad, que fueron el cimiento desde el cual se propuso la creación de la Secretaría de Educación Pública, en una iniciativa constitucional que se realizó el 22 de octubre de 1920. José Vasconcelos fue el actor principal para emprender la creación de este organismo, con el ideal de acercar la civilización que cambiaría a México. Su ideal se basó en mucho a lo que se experimentaba en la Rusia soviética de entonces, donde la educación se planteaba involucrada con la realidad social, las artes y la cultura. La creación de la secretaría implicó un proyecto que ameritó una reforma constitucional importante, que tardó varios meses. El mismo Vasconcelos emprendió varias giras de trabajo por varios estados, acompañado de algunos diputados, con la finalidad de realizar diagnósticos con respeto a la situación de la educación en las entidades federativas.
La iniciativa prosperó hasta el 25 de Julio de 1921, cuando se publicó el decreto de creación de la Secretaría de Educación Pública, que había sido aprobado por unanimidad en el seno de la Cámara de Diputados. El 29 de septiembre se publicó otro decreto que dio forma y estructura al nuevo organismo, que se conformó con las dependencias principales que ya existían y que pasaban a la nueva estructura, entre ellas varias que coordinaba la Universidad o los Ayuntamientos. La Universidad Nacional (con todas sus dependencias y el área de Extensión Universitaria), la Escuela Nacional Preparatoria, la Dirección de Educación Primaria y Normal (que aglutinaba a todas las escuelas primarias, secundarias, jardines de niños de todos los estados y territorios del país), la Escuela Superior de Comercio y Administración, el Departamento de Bibliotecas y Archivos, el Departamento Escolar, el Departamento de Educación y Cultura para la Raza Indígena, el Departamento de Bellas Artes, el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, el Conservatorio Nacional de Música, las Academias e Institutos de Bellas Artes en todos los estados, Fomento del Teatro Nacional, la Inspección de Monumentos Artísticos e Históricos, la Imprenta de la Nación, el sistema de propiedad literaria, dramática y artística, el cinematógrafo y las pensiones en el extranjero. Esto permitió perfilar la estructura de funciones que contaría la secretaría en el futuro.
Desde la iniciativa de creación, José Vasconcelos propuso establecer una triada de organización que ya había implementado en la Universidad Nacional en los meses previos, al establecerse dependencias como el Departamento Escolar, el Departamento de Bibliotecas y el Departamento de Bellas Artes. De esta forma, se recuperaron los ejes del antiguo Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, desaparecido en 1917, con dependencias ya existentes, pero que se aglutinaban bajo otra concepción educativa y cultural. Por ejemplo, luego se organizaron dos áreas más, como las de alfabetización y la indígena, que comenzaron a operar en el arranque.
El 3 de octubre se decretó el inicio de operaciones de la nueva secretaría en el Diario Oficial de la Federación, de acuerdo con la ley respectiva de los organismos públicos del gobierno federal. El 12 de octubre, José Vasconcelos tomó posesión del cargo como secretario de Educación Pública en el Salón Embajadores de El Palacio Nacional. No hubo un discurso que reforzara o distinguiera lo que se iba a emprender con la nueva secretaría, pero el proyecto estaba presente por su trascendencia política, social y cultural, tanto por parte del gobierno como de la opinión pública de entonces.
La campaña de alfabetización, la difusión de la lectura, el estímulo de la pintura, el teatro, la música, el deporte, los desayunos escolares, las misiones culturales, las bibliotecas, colecciones de libros, la edificación de escuelas y el incremento de la formación y contratación de profesores, más el acceso a la educación en todos los niveles y en todos los estados de la república, dieron sentido a un proyecto educativo de grandes dimensiones que, sin duda alguna, transformaron la educación para el futuro. Junto a Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Ezequiel A. Chávez, Enrique O. Aragón, Ateneo Mariano Silva y Aceves, Genaro Estrada, Alfonso Caso, Manuel Gómez Morin, Alberto Vázquez del Mercado, conformaron un equipo que participó en el proyecto desde un inicio. Varios de ellos fueron miembros del grupo cultural de los “Siete Sabios”.
El acceso a la educación en todos los niveles educativos fue una prioridad de la nueva Secretaría. La matrícula se acrecentó de inmediato en el nivel básico y medio básico, pero también en el nivel profesional. El acercamiento a la escuela se estimuló con el crecimiento del número de maestros y la infraestructura escolar. Los maestros tuvieron materiales didácticos en sus manos, colecciones de libros clásicos y la revista del maestro, además, los niños tuvieron acceso a la biblioteca para niños. Igualmente, la conexión con la vida práctica y la técnica, estimularon de inmediato el interés por la escuela y el aprendizaje en localidades y regiones de todo el país. Cultivar el intelecto, el conocimiento práctico y su vinculación social, pronto dieron grandes frutos en la historia de la educación pública. La construcción de escuelas, el mejoramiento de edificaciones, el crecimiento de las bibliotecas y los talleres, los deportes y la vida artística, dieron sentido al esfuerzo nacional por mejorar la educación del pueblo mexicano. Así lo había concebido el líder de esta cruzada desde que se trabajó en el proyecto original de la creación de esta secretaría.
Estimular la civilización y la grandeza mexicanas fue otro impulso que incidió en la identidad nacional del país. Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, entre otros, participaron, mediante su pintura y estética, en ese esfuerzo titánico para levantar el “espíritu nacionalista” que requería la reconstrucción posrevolucionaria. Desde mediados de 1922, el organismo comenzó a trabajar en el edificio frente a la plaza de Santo Domingo, donde actualmente opera. La creación de la Escuela Nacional de Maestros y las escuelas rurales estimularon las vocaciones de los docentes de la nueva generación, vinculándolos también con las misiones culturales que llevaron la educación a zonas indígenas y rurales de gran parte del país.
Otra labor importante de la nueva secretaría fue la federalización de la educación. Implicó la realización de convenios y acuerdos que favorecieron la penetración en municipios y estados de la república, tanto en la esfera urbana como rural. Esto representó una labor titánica que favoreció el acceso de la educación en comunidades apartadas de las ciudades, lo que tuvo efectos en la educación rural e indígena, para su formación integral vinculada a su realidad social inmediata. En 1921 existían 200 primarias federales en el país. Más de 9, 500 profesores atendían esas escuelas. En un país con casi 15 millones de habitantes, la labor educativa era un universo infinito e imposible de cumplir en su totalidad en un corto plazo. La cifra del analfabetismo sobre pasaba las 7 millones de personas, más casi 2 millones de niños que no tenían acceso a la educación, repartidos en 2, 133 municipios, de acuerdo con el censo de noviembre de ese año. Con todo, los primeros años de la secretaría fueron un reto que se cumplió con creces, mediante los programas diseñados y la vinculación indiscutible entre la educación, la cultura y la realidad social. Las bases para la reconstrucción nacional se establecieron con el nacionalismo revolucionario que implicó una intensa labor educativa y cultural.
El impacto de la creación de la Secretaría de Educación Pública no se revirtió con la partida del gobierno de José Vasconcelos en 1923, ya que los programas continuaron con Bernardo J. Gastélum que lo sucedió en el cargo hasta el término del gobierno obregonista. El secretario de educación del nuevo gobierno encabezado por Plutarco Elías Calles, José Manuel Puig Casauranc, dio otro tinte, más enfocado a la técnica, al tema de la educación nacional.
En este año de 2021, se cumplen cien años de la creación de la Secretaría de Educación Pública, por eso es el año de la “educación”. El centenario serviría para reforzar los valores y principios que enaltecieron a la educación nacional en 1921, producto de los vencedores de la revolución mexicana que, también en ese año, conmemoraron la consumación de la independencia nacional. Ambas efemérides son parte de la identidad nacional.